LA MUJER QUE SE ENAMORÓ DE MÉXICO

Por: Jesús Vázquez Trujillo

El 28 de diciembre de 1836, España reconoce la independencia de México a través de la firma de los tratados de Santa María – Calatrava. Enviando como su primer embajador al diplomático Ángel Calderón de la Barca, quien arribó al puerto de Veracruz el 1 de febrero de 1837.  Don Ángel venía acompañado de su esposa, doña Estefanía Calderón de la Barca, una mujer de origen escocés. Madame Calderón de la Barca, era una mujer que gustaba de escribir y describir todo lo que veía.

Siendo recibidos por el general Guadalupe Victoria, quien los conduce a la hacienda Manga de Clavo. Donde los esposos Calderón de la Barca son recibidos por el general Antonio López de Santa Anna. Y su esposa, doña Inés de la Paz García, a la que Madame Calderón de la Barca describe de la siguiente manera. 

Fuimos recibidos por un ayudante de campo, quien nos condujo a un apartamiento amplio y espacioso, al que poco después llegó la señora Santa Anna. Una mujer alta y delgada, quien a esa temprana hora de la mañana estaba vestida con una ligera muselina de color blanco. 

Posteriormente llegó el presidente Santa Anna, de quien Madame Calderón de la Barca, quedó maravillada. De comer les ofrecen hueva de mosquito, acompañado con tortillas y pulque, una comida prehispánica. Ya en la ciudad de México, Madame Calderón observa las costumbres del pueblo mexicano, como las corridas de toros, las peleas de gallos, así como las fiestas decembrinas y las festividades de Semana Santa. Algo que asombró a Madame Calderón de la Barca, fue la suciedad y la gran cantidad de léperos (limosneros, menesterosos, vagabundos e indigentes) que poblaban las calles de la ciudad de México. Así como las excentricidades y egocentrismos de Santa Anna, tales como el cortejo fúnebre que le organizó a su pierna izquierda. La cual le fue amputada, tras recibir un cañonazo durante la llamada Guerra de los Pasteles, contra Francia en 1838. Enterrando a su pierna con honores militares en el cementerio de Santa Paula, en cuya tumba se erigió un busto de Santa Anna hecho con yeso. 

Conociendo también al general Anastasio Bustamante, quien era presidente de la República y que le causó una muy mala impresión. Debido a que lo consideraba un hombre muy lento y nada apto para el cargo de Presidente de México. Así como el primer vuelo de un globo aerostático, realizado por un francés en 1840. 

Ella quiso informarle a su familia compuesta por su madre y hermanas, como era la vida en México.  Finalmente, ese mismo año términa le gestión diplomática de don Ángel como embajador en México. Sin embargo, su esposa quedó tan maravillada con nuestro país que escribió un ensayo títulado:  “La vida en México, durante una estadía de tres años en ese país 1837 – 1840”

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